
Ysai “El Cuervo” Yaroslavovich
Ysai es un maestro de las artes arcanas, cuyos hechizos y conocimientos místicos han desentrañado los secretos más profundos de Pryvit. Su conexión con las fuerzas mágicas del mundo es tanto una bendición como una carga.
Nacido bajo el peso de una marca que nadie comprendía, Ysai Yaroslavovich vino al mundo con la mitad izquierda de su cuerpo cubierta por escamas negras que se extendían desde el torso hasta el cuello. Su mano, de uñas afiladas y oscuras, parecía más una garra que un gesto humano. Los médicos de la corte, incapaces de hallar causa ni cura, la bautizaron como piel de mar, una enfermedad sin remedio ni explicación. A lo largo de los años, Ysai soportó tratamientos crueles y “curas” improvisadas con una resistencia silenciosa, más propia de un adulto que de un niño.
Su infancia, encerrada entre muros y protocolos, fue tan solitaria como pulcra. Apenas conoció la calle ni el barro de los caminos. Creció entre salones nobles, aprendiendo a moverse entre sonrisas corteses y miradas disimuladas. Las pocas veces que pudo sentir algo cercano al afecto, se lo negó a sí mismo; el miedo a ser visto, a ser tocado, lo mantuvo apartado de los romances que su rango le habría permitido.
Hace un año, el destino —o quizá la conveniencia de su familia— lo envió a Pryvit, con la excusa de supervisar la recaudación de impuestos. Muchos vieron en ello una forma elegante de apartarlo del linaje principal, pero Ysai lo entendió como una oportunidad de fuga, un viaje hacia el mundo que tanto anhelaba descubrir y, tal vez, hacia una cura que nadie más sería capaz de hallar.
Hoy, Ysai viste siempre de negro, con cuello alto, guantes y botas, ocultando cada centímetro de su piel. Su porte elegante y su oficio sombrío le han valido un apodo inevitable entre el pueblo: “El Cuervo”. En las calles de Pryvit, su figura oscura se confunde con la neblina del amanecer, y su voz —serena, medida— impone tanto respeto como incomodidad.
Relaciones
Ivan — Hermano mayor. El único con quien compartió juegos en la infancia, antes de que las sendas de ambos se separaran por los deberes religiosos de Ivan. De él ha aprendido las pocas nociones de fe que aún conserva, más como eco de fraternidad que como doctrina.
Ionna (abuela materna) — Confidente y refugio. Con ella, Ysai baja las defensas. La tutea, la abraza, y ríe sin miedo. En su presencia desaparecen los títulos y el peso del nombre familiar.
Boyarina Chervinska Lysenko — Respeto mutuo. Cuando el joven noble llegó a Pryvit, la Boyarina no sabía qué esperar. Pero con el tiempo, Ysai aprendió a ofrecer consejo sin invadir autoridad, y ella respondió con el mismo equilibrio. Entre ambos se ha formado una alianza silenciosa, tejida por la cortesía y la eficiencia.
Petro Lysenko — Desafío y esperanza. Son como agua y aceite: uno introspectivo, el otro contenido. Ysai intenta abrir la coraza de Petro, alentarlo a ser el líder carismático que intuye en él, pero de momento el esfuerzo solo ha chocado con la paciencia.
Katerina Lysenko — Curiosidad y aprendizaje. Ysai admira su conocimiento de las hierbas y los remedios. Siempre que sus caminos se cruzan, la asedia con preguntas, sediento de saber. Aunque el tiempo ha sido escaso, entre ambos flota la promesa de una enseñanza futura.